Urabá: un antes y después de Otoniel

Antes de la caída de Otoniel, en el Urabá antioqueño se vivía una tensa calma ya que, si bien hay diferentes bandas y organizaciones criminales en la zona, solo un actor armado mandaba en el territorio. La región es estratégica por su ubicación para la exportación de banano, pero también para el narcotráfico; además es un punto al que llegan migrantes haitianos y cubanos con su travesía hacia el norte. En el Urabá se combinan muchas formas de violaciones a los Derechos Humanos.

No es nuevo el conflicto armado en la zona del Urabá antioqueño, según una fuente que se encuentra en el sector y que pidió no revelar su nombre por seguridad. El microtráfico y narcotráfico mandan en la subregión, los grupos insurgentes y el paramilitarismo son el pan de cada día por su posición geoestratégica. Los jóvenes son víctimas por dos factores: el consumo de sustancias psicoactivas y las bandas criminales.

“Las bandas incitan a los jóvenes a consumir, cuando ellos ya ven que no tienen dinero para comprar más, roban y terminan asesinados por estos grupos; en los últimos meses se han visto muchos homicidios de jóvenes en toda la región de Urabá, especialmente en el eje bananero que lo componen cuatro municipios: Chigorodó, Carepa, Apartadó y Turbo”, aseguró nuestra fuente.

Para Carlos Zapata, coordinador del observatorio de Derechos Humanos del Instituto Popular de Capacitación, Urabá es la cantera de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) para el reclutamiento juvenil, no obstante los jóvenes se ven inmersos en otras conductas vulneradoras que van más ligadas al uso y explotación sexual y comercial de niñas, niños y adolescentes.

“Los pelados ya no quieren trabajar en las fincas bananeras, están esperando a ver qué los ponen hacer, entonces en Turbo, Mutatá y la zona del eje bananero, lo que se presenta es sobre todo violencia, lo que se podría llamar a escala de delincuencia juvenil, son galladas de pelados, bandas que empiezan conflictos territoriales por pequeñas plazas de vicio”, aseguró.

También explicó que aparte de estos conflictos, hay procesos donde hay una disputa abierta entre actores armados ilegales.

Según las cifras entregadas por Medicina Legal y estudiadas por el Centro de Estudios de Casa de las Estrategias, encontramos que entre 2016 y septiembre de 2021, entre los municipios anteriormente mencionados, Turbo fue el que más homicidios tuvo, con al menos 50 asesinatos al año: 98 en 2016, 96 en 2017, 104 en 2018, 66 en 2019, 56 en 2020 y 54 en lo que va de este año.

En Urabá hay una hegemonía por parte del Clan del Golfo, pero en las zonas urbanas de la región se extiende un fenómeno que tiene que ver con bandas criminales y guerras juveniles que son de diferentes barrios y en los cuales se presentan disputas y ataques con armas blancas como machetes, cuchillos o puñales.

Según la fuente, estas situaciones se ven particularmente en los barrios con ingresos más bajos, en barrios obreros como el de Apartadó, una de las invasiones más grandes de Latinoamérica que cuenta con 35 mil habitantes, en zonas en las que el tráfico se moviliza y no pasan directamente por el casco urbano municipal.

Según nuestra fuente, solo cuando estos grupos de jóvenes empiezan a tener muchos problemas o a meterse en los temas del Clan, es que este grupo hegemónico hace de juez y decide si interviene o no en las disputas, todo con el fin de no frenar su principal entrada de dinero y poder: el narcotráfico.

Foto tomada de: www.centrodememoriahistorica.gov.co

¿Qué pasará ahora?
Hasta hace unos días, “Otoniel” era el líder del Clan del Golfo, también conocido como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o los Urabeños, organización criminal que saca todo su capital del narcotráfico, pero su captura y próxima extradición no significan que el fin de este grupo.

Según una entrevista de Efe a León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación – Pares, se pueden dar dos posibles escenarios: el primero es que esta organización se divida y disperse, el segundo, que el poder se herede a algún subalterno, siendo el más probable Jobani de Jesús Ávila, alias “Chiquito Malo”, quien formaba parte del bloque Mineros de Tarazá, del Bajo Cauca antioqueño y actualmente se desempeña como coordinador del armamento del grupo; este tomará el mando y tendrá como objetivo mantener al clan unido.

Pero con esto también puede aumentarse la violencia dentro del territorio con acciones como los conocidos “plan pistola” de asesinatos a miembros de la fuerza pública cada que se desestabilice a las Agc.

Las redes del Clan del Golfo se extienden por gran parte del país, sobre todo en el norte de Antioquia y en el Pacífico, en el Chocó. Además de estas zonas, también se van hasta el suroeste antioqueño por su relación con la droga.

El control del Clan del Golfo en Urabá se da por el abandono de la fuerza pública en la zona. En 2021 en esta subregión van 142 homicidios y los municipios con más asesinatos entre 2016 y septiembre de 2021 son Turbo, Apartadó (36 en 2016, 54 en 2017, 58 en 2018, 36 en 2019, 14 en 2020 y 40 en 2021), Chigorodó (29, 38, 42, 29, 33 y 23) y Carepa (16, 24, 22, 22, 9 y 14).

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