La combinación letal del Bajo Cauca: una mezcla de conflictos

El conflicto armado en Colombia permeó todos los rincones del país. En pocos, o tal vez casi en ningún municipio de Colombia, se puede afirmar que estuvo exento de violencia o que no ha sido afectado por la guerra. Antioquia también cuenta con una historia violenta. Por un lado, fue uno de los departamentos más golpeados por el conflicto y, por el otro, aún en sus territorios, rurales y urbanos, siguen vigentes muchas formas de guerra.

La violencia en Antioquia toma muchas caras: la del narcotráfico, la del antagonismo ideológico, la de la tierra, la del despojo, la del reclutamiento forzoso y, sobre todo, la de la violencia homicida. Estas violencias son protagonistas en determinados momentos de la historia, pero todas tienen algo en común: es a costa de vidas humanas. Hoy, como muchas otras veces, enfrentamos una grave situación de derechos humanos en el departamento: masacres, asesinatos selectivos, desplazamientos masivos y violencias basadas en género son solo algunas del repertorio.

Sin embargo, no todo el departamento ha tenido las mismas dinámicas violencia y no con la misma intensidad. También, la violencia responde a lógicas muy diferentes dependiendo la región de Antioquia que se analice.

La tensa calma del Bajo Cauca antioqueño
En los últimos años hemos visto con mucha preocupación cómo en una región del departamento en especial se recrudeció la violencia. Asesinatos, masacres, desplazamientos masivos y selectivos se volvieron paisaje en el Bajo Cauca. Esta región está ubicada en un punto estratégico para el narcotráfico, lo que agudiza aún más la violencia y los homicidios.

Foto tomada de www.defensoria.gov.co

El Bajo Cauca es una zona en la que conviven distintos actores armados. Una fuente en la zona con la que conversamos bajo la promesa de no publicar su identidad por seguridad, nos contó que a octubre de 2021 había presencia de grupos paramilitares como el Clan del Golfo y los Caparros, y guerrillas como el Eln y las disidencias de las Farc, concentradas en Ituango, Briceño y el nudo del Paramillo.

Desde NoCopio queremos entender la situación y dinámicas de homicidio en las diferentes subregiones de Antioquia. Las víctimas más comunes de homicidio son jóvenes menores de 30 años, según los testimonios que recogimos. El patrón que siguen muchos de estos casos se relaciona con la pertenencia a alguno de los grupos armados presentes en el territorio y a enfrentamientos entre ellos. Estos casos se configuran como homicidios selectivos. También, en el norte de la región, más específicamente en Ituango y el nudo del Paramillo, los enfrentamientos armados entre grupos paramilitares, el ELN y las disidencias de las FARC, por el control de los territorios desencadenaron en asesinatos.

Otro fenómeno que también se ve en el Bajo Cauca es la muerte de civiles comerciantes que se niegan a pagar vacunas. La retentiva de la población civil a las dinámicas impuestas por los grupos armados sigue siendo otra fuente de homicidios importante en el departamento.

Bajo Cauca:

Datos alarmantes
Desde el Centro de Estudios de Casa de las Estrategias analizamos los datos de homicidios en Antioquia en 2021. Si bien vemos una reducción frente a 2020 y 2019 en homicidios en el Bajo Cauca, la situación sigue siendo muy crítica.

Tarazá tiene la tasa de homicidios más alta del departamento: 208 homicidios por cada 100.000 habitantes. Otros municipios del Bajo Cauca aparecen entre los 10 primeros de Antioquia: Ituango, con 138 homicidios por 100.000 habitantes, y Valdivia, con una tasa de 153.

Otro indicador analizado por Casa de las Estrategias refleja que el municipio con más homicidios, después de Medellín, es Tarazá con 59 casos. Le siguen Caucasia con 56 y Cáceres con 28.

Después de analizar estas cifras y compararlas con otras regiones del departamento podemos concluir que, a hoy, el Bajo Cauca es la más peligrosa del departamento y con mayor tasa de homicidio. Sus habitantes y líderes reclaman mayor y mejor presencia estatal, organizaciones defensoras de derechos humanos, veedurías ciudadanas y una fuerte intervención social.

Suma de problemas
Otro factor que hace más apremiante la situación de la región es el alto índice de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas. El Bajo Cauca tiene algunos de los municipios más pobres del departamento. Así entonces, más allá de la cruda violencia y de los casos de homicidio que preocupan a la comunidad, también hay problemas socioeconómicos que intensifican estas dinámicas de violencia. Estos problemas resultan en una crisis de violación de derechos humanos en la región.

La minería de oro también hace que haya más homicidios en la región. Los grupos armados utilizan este negocio como renta ilícita y como fuente para extorsionar a los mineros. Este fenómeno intensifica el conflicto y la presencia de grupos armados y de acuerdo con las entrevistas que realizamos en la región, muchos casos de homicidio han estado relacionados con la minera y sus rentas ilegales.

Los cultivos de coca y marihuana también son un fenómeno que ha traído mucha violencia a la subregión ya que constituyen el negocio principal de los grupos paramilitares y del ELN y disidencias FARC. La guerra entre los grupos armados, como lo mencionamos anteriormente, es siempre por el control territorial para el narcotráfico y microtráfico. Con la puesta en marcha del programa PNIS (Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos ilícitos) se han sustituido muchos cultivos, sin embargo se han visto nuevas siembras y resiembras por parte de grupos armados, involucrando la población rural en los cultivos y dejándola en medio de un conflicto de intereses entre la institucionalidad y los grupos armados. Según nuestra fuente, en la región, específicamente en Valdivia y Tarazá, han asesinado a varios líderes del programa PNIS.

Ríos de muerte
Desde hace años, los ríos en Colombia son el botadero de los asesinados. Los ríos Cauca, Magdalena, Nechí o Tigüí suelen recibir cuerpos muertos por culpa de los violentos. Esta práctica dificulta el seguimiento a los casos de homicidio y el esclarecimiento de los hechos. Esto, según nuestra fuente, ha creado un gran subregistro de casos de homicidio en el Bajo Cauca. Es casi imposible saber el número real de víctimas.

El Bajo Cauca reúne muchos de los fenómenos más complejos de la violencia en Colombia: la presencia de varios grupos armados enfrentados, civiles en zonas de guerra, cultivos ilícitos, minería ilegal, control paraestatal, entre otros. Estamos frente a una gran violación de derechos humanos y frente a un Gobierno incapaz de hacerle frente a la situación y de proteger a sus ciudadanos. Debemos tener todos los ojos y manos en estos municipios y exigir que desde las organizaciones de derechos humanos y el Gobierno se le haga seguimiento a la situación y se busquen soluciones conjuntas con la comunidad, autoridades y organizaciones civiles.

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