“Los bandidos en la cárcel o en la tumba”: la política de gobierno que rechazamos

Se acercan las elecciones para Congreso y Presidencia y, con esto, aumentan las palabras irresponsables de candidatos. Hace unos días, Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, viajó a Arauca, al oriente de Colombia, para hacer campaña con la grave situación de violencia que se vive allí desde principio de año.

A Gutiérrez se le ocurrió la “grandiosa” idea de hacer un video, mientras caminaba por un puente vehicular, para decir: “Los bandidos en la cárcel o en la tumba”. Estas palabras son peligrosas y aumentan más la violencia, en vez de reducirla.

Esas ideas en el exalcalde no son nuevas porque reflejan lo que vivió Medellín durante su administración, entre 2016 y 2019: aumento de homicidios, falta de planeación y de intervención integral y protectora de territorios.

Federico Gutiérrez, muy en la línea del presidente Duque, propone que la mano dura con militares es la mejor solución a los problemas de orden público del país.

Desde NoCopio nos preguntamos: ¿Es válido justificar una muerte si un discurso político lo dice? ¿Es esto lo que queremos para Colombia en los próximos cuatro años?

Eso de “acabar con los malos” permitió acciones militaristas que terminaron con la tranquilidad en los barrios por no emplear estrategias integrales y aumentar la presencia de la institucionalidad en esos territorios. Eso, como es obvio, trajo más violencia y más homicidios, ninguno de ellos justificado. Buscar alcanzar la paz a través del miedo no es posible. Medellín solo ha encontrado el camino hacia la reconciliación a través de programas sociales, la cultura, la participación, la movilización de los jóvenes y, en general, de la real comprensión de lo que pasa en la ciudad y de sus necesidades con verdadero servicio público.

Por tanto, las personas que participan del conflicto merecen que se les respeten sus derechos y que para ellos exista un país que ofrezca un futuro posible diferente a la guerra.

Queremos ser claros: No queremos impunidad, pero tampoco justicia por mano propia y la violencia como primera respuesta. Necesitamos una respuesta integral que incluya en sus planes el tratamiento de la seguridad y la criminalidad desde perspectivas como la superación de la pobreza, las oportunidades de estudio y trabajo y la cultura y el arte como foco de transformación.

Tampoco queremos una justicia más castigadora, sino una justicia que promueva las oportunidades y que ayude a la resocialización. También, una política pública fuerte en prevención del delito, que comprenda la naturaleza de los jóvenes, los inicios de las carreras delictivas, una política que comprenda las dificultades presentes en los barrios, veredas y ciudades del país. Un sistema penal que busque la verdad, la reconstrucción de derechos y promueva las segundas oportunidades.

Rechazamos este discurso de miedo, la historia de Medellín y de Colombia demuestra que ese no es el camino para acabar con la violencia. Los ciudadanos debemos ser veedores de los gobiernos y esto implica votar por candidatos que en sus ideas promuevan soluciones alternativas, no solo violentas.

Encontramos en varios candidatos la violencia como promesa de campaña, cuando lo que realmente necesitamos como país es verdadera valentía y voluntad política para transformar las realidades sociales de Colombia. Valiente es quien proponga abordar, desde el lenguaje, la cultura, el espacio público y la movilización ciudadana, la respuesta a la violencia y el crimen en los territorios.

Queremos un gobierno que se preocupe por comprender y entender las realidades de todos sus ciudadanos sin distinción; sus preocupaciones, sus necesidades. Necesitamos candidatos que crean en las segundas oportunidades y que esto se traduzca en un gobierno que invierta en especial en los jóvenes, en sus sensibilidades, en su agencia y en su capacidad de construir mejores futuros.