Sesión 1

Se comienza una sesión de 40 minutos pidiendo que levanten la mano los que tienen un familiar que perdieron por el absurdo del homicidio (el docente también puede levantar la mano) y -pidiendo que la mantenga arriba- se pregunta si alguno tiene un amigo asesinado, repitiendo la misma acción para preguntar por vecinos.

Revisando el número se comienza una reflexión diciendo que es muy positivo que muchos no hayan tenido que pasar por eso o -por el contrario- diciendo que es muy común en Colombia y Medellín haber pasado por ese dolor, tanto que a algunos se les volvió normal y que nos desconectamos con facilidad del dolor de otros.

A los que alzaron la mano se les pregunta qué recuerdan de esa persona arrebatada y con algo pequeño para recordarla -con un gesto, un detalle del físico o algo simple que le gustara mucho-.

A los que no alzaron la mano se les involucra en la actividad planteándoles que cada persona asesinada es el ser querido de alguien y los que no han pasado por eso pueden sentir la solidaridad con los que ya han pasado por eso porque se pueden imaginar las ganas de otro abrazo, de otro parche, de otra celebración con esa persona. La solidaridad es una empatía que es muy poderosa porque sirve para cerrar las heridas del que ya pasó por lo atroz pero trabajar para que otros no pasen por lo mismo.

Se continúa la actividad con la reflexión de que las personas que perdieron a un ser querido por el homicidio merecen recordarlos vivos y poner ese recuerdo de vida y de lo que la vida de ellos sirvió para la nuestra en un lugar sagrado.

Se invita a que alguien nos cuente algo bonito y alegre de esa persona para que todos lo imaginemos vivo y lo pongamos en un lugar bonito de la memoria.

 

Ya para el final se asigna la siguiente tarea:

Traer una matera, un tarro o recipiente pequeño para sembrar. Definir como entre la Institución Educativa y los estudiantes se puede contar con pinturas, pinceles y velas (también recordar un encendedor o fósforos).

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