Cada que una vida desaparece

Por: Sergio Restrepo

@sergiorestrepoj

Cada que una vida desaparece muere con esta una gran cantidad de imágenes, de sonidos, de olores, sabores y hasta sensaciones acumuladas en sus recuerdos. El ser humano es cuerpo, alma y espíritu. El cuerpo es el elemento que ocupa un lugar en el espacio, dotados de sentidos capaces de apropiar y convertir en códigos todo lo que le rodea, nuestra alma es el sistema de almacenamiento, clasificación, asociación y creación a partir de ésta información capturada por los sentidos, algunos lo llaman mente. Nuestro espíritu es uno en el alma de los otros, es cómo me perciben los otros, cómo imaginan que soy, como interpretan mis acciones, ideas, obras y pensamientos.

Cada que un hombre muere desaparecen con él una infinidad de mundos, de universos, de ideas, sueños y experiencias, desaparecen su cuerpo y su alma pero su espíritu queda en nosotros, probablemente y como todo de manera finita, éste ya no depende de él e incluso puede mutar por la acción de otros; cuando un hombre muere son seis o siete mil millones de personas las que desaparecen para esta persona claro está, y el orden completo del universo se transforma.

Tengo más miedo a que me amenacen de eternidad que de muerte, somos materia y energía y ésta se transforma pero la idea de una consciencia permanente me aburre, me parece divertido el presente y más valorable ante su inminente y siempre posible pérdida. Lo que no soporto es que alguien interrumpa de manera violenta la obra misma de la naturaleza, rompa como si tuviera derecho la cadena evolutiva, desaparezca, borre, elimine los universos, historias y seres que en cada uno viven.

No es natural y no lo será nunca el homicidio, no es admisible ni debe ser soportado el acto de naturalizarlo, quien mata atenta contra todos y quien lo considera normal es complice contra la creación. En ningún caso la víctima puede ser culpada o responsabilizada ni siquiera por sus acciones que puedan ser reprochables, nadie tiene derecho a eliminar de tajo un universo entero, acortar la cadena evolutiva de la naturaleza, a matar o desaparecer para siempre a seis o siete mil millones de personas.

Toda muerte violenta es terrible pero sé que un accidente lo es menos, y me atrevo a decir también que me parece menos indecente un suicidio que un homicidio.